EL DESFILADERO DEL ALBA
Fecha Domingo, 18 diciembre a las 10:00:00
Tema Senderismo y montaña


SOBRESCOBIO-PARQUE NATURAL DE REDES

En su corto recorrido hasta desembocar en el Nalón, el río Alba ha abierto uno de los desfiladeros más impresionantes de cuantos existen en Asturias. La "Ruta del Alba" atraviesa esta garganta partiendo de Soto de Agues, una pequeña población de estupendo ambiente rural, dividida en tres aldeas: Soto, a la que llega la carretera de Rioseco, San Andrés y Agues. Entre sus habitantes todavía hay quien elabora el típico queso Casín de la zona y aún queda un último artesano de la madera que fabrica bonitos utensilios adornados con tallas tradicionales. Hay que recorrer todos sus rincones para descubrir antiguos molinos de agua, lavaderos, hórreos y paneras, disfrutando de la tranquilidad de sus caleyas por las que sólo se oye el cacareo de las gallinas, las voces de los gorriones o el sonido hueco de la madreñas de un anciano. Claro está que todo resulta mucho más bullicioso en la primavera con el ruidoso ir y venir de cientos de golondrinas y vencejos.

Cruzamos la aldea de Soto para tomar el camino de Agüera, nombre que daban los lugareños a la ruta que lleva el desfiladero del Alba y que antes servía paraSoto de Agues - Sobrescobio comunicar una mina de hierro ahora abandonada. Es una pista de tierra y gravilla que, tras dejar a un lado el lavadero comunal, bordea la fértil vega de Soto de Agues. Aunque hasta hace poco los vehículos de motor podían subir hasta cerca de les foces, ahora hay que dejar el automóvil incluso antes de la piscifactoría de las afueras del pueblo, por cierto, un lugar frecuentado por garzas y martines pescadores. Por detrás del criadero de truchas, el valle se encaja entre altos riscos que, a veces, aprisionan tanto el cauce que el camino ha tenido que ser excavado en la roca. A lo largo del río se desarrolla una bosque de ribera en el que abundan alisos, sauces y avellanos, mientras que la mayoría de las laderas están cubiertas por castañales, donde los lugareños llenan sacos enteros con sus frutos al principio de la seronda (una bella palabra del asturiano para decir otoño).

Después de unos kilómetros de caminata sin apenas desnivel, llegamos a los restos de un antiguo cargadero de mineral de hierro, en una zona conocida como El Campurru. Unos metros más adelante encontraremos un abrevadero para el ganado, donde podremos recargar las cantimploras antes de continuar hasta la Vega de Valdacéu, sin abandonar nunca la pista principal, por un tramo de valle más abierto. En la Vega termina la pista en une encrucijada de caminos. El nuestro sigue de frente, ahora convertido en un pequeño sendero que se adentra en la parte más bonita y espectacular del recorrido.

Durante los siguientes kilómetros caminamos entre grandes farallones calizos que se cierran sobre el cauce dejando sólo un estrecho paso para la senda. El río forma continuos saltos de agua así como impresionantes y ruidosas cascadas, que hacen inútil todo intento de conversación. Además, numerosos arroyuelos se descuelgan por las paredes casi verticales de la umbría y húmeda garganta, lo que favorece el desarrollo de un tapiz de musgos y líquenes. En algunos tramos un poco más anchos y en algunas laderas de solana crecen alisos, robles y abedules, mientras que zarzas, escaramujos, sauces y otros arbustos prosperan  incluso en los pasos más angostos. Finalmente, el desfiladero se estrecha al máximo justo antes de terminar, repentinamente, en la Cruz de los Ríos. De pronto, la vista se abre a los frondosos montes de Llaímo y a la empinada  falda del Retriñón.

En el punto final de la ruta confluyen el río Alba y el arroyo Tronquelín, por delante de una "cabaña de pastores" recientemente reconstruida y pintada de un "discreto"  color amarillo. No falta una pradera donde tumbarse a disfrutar de la naturaleza, mientras escrutamos el cielo en busca del águila real o del ratonero. Los narcisos nacen por doquier en primavera, antes incluso de que los brotes de las hayas comiencen a echar las hojas, y los repiqueteos del pico picapinos resuenan en el bosque con frecuencia a lo largo del día. Sin embargo, el sol se oculta enseguida tras las montañas de la cabecera y el fresco de la tarde va animando progresivamente a los excursionistas a abandonar este placentero lugar de vuelta hacia el pueblo.

También existe la posibilidad de hacer esta ruta a caballo o en bicicleta de montaña, cuyo alquiler es posible en Soto de Agues. De todas formas, hay que tener en cuenta que la última parte del recorrido requiere un buen dominio de la bici, si es que queremos mantener el equilibrio sobre un camino pedregoso y resbaladizo.

Soto de Agues-El Campurru-La Vega Valdacéu-Hoces del Llaímo-La Cruz de los Ríos-Monte Llaímo

     15 km (i/v)

Transporte recomendado: a pie, en bicicleta, a caballo.

Mejores épocas de visita: primavera, verano, otoño.

Dificultad de la ruta: media.

Fuente de información: Luis Frechilla García







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