No echar de menos Asturias - Asturias, informacion, turismo, Asturias Natural

Hoy me he despertado, cubierto por un manto de neblina tenue que cubría mis ojos cerrados. Al abrir mis párpados, sujeté mi mano a la barandilla del Muro, pues el vértigo que sentí me volcó los sentimientos. Podía respirar la cálida humedad del paisaje de la playa gijonesa, con sus olas meciendo los recuerdos de dos barcos hundidos y los de mi infancia en aquella marea agitada. Una vez recuperé el equilibrio, me volví, para mirar hacia el centro, pasando por la mítica Y Griega dirección a Oviedo.

Recuerdo perfectamente cómo aquella gorda preside su estancia frente al Parque San Francisco, junto al nuevo Culón negro que presume delante del Campoamor... Bonitos recuerdos de mi edad universitaria. Casi me pierdo entre las calles peatonales de la rejuvenecida Vetusta cuando me veo sobre El Carbonero, recorriendo paisajes tán insólitos como el Nalón o Tudela Veguín. Ya estoy en casa, con la chimenea que alcanza a Dios para recordar que un día temíamos que cayera, y decirnos a nosotros que Asturias sigue en pie. Puedo ver mi barrio San José cambiado, un Maripeña que ahora es multicine, y el nuevo centro comercial de El Entrego. Es como sumirse en el nuevo mundo, sintiendo la mejilla húmeda por los llantos que dejo sobre las hojas en las noches de luna oculta por las nubes, cuando sueño escuchar de nuevo el "pitu de la una" cuando vuelvo a casa. Los piquetes, las barreras, las ruedas quemadas bajo los puentes de Renfe, el Nalón sucio por el carbón, y la Santina, cuidándonos estemos donde estemos. Al menos nos quedan recuerdos, como Cudillero, pueblo tan lleno de magia que allí dejé mi vida al no volver a verle más que en fotos. Y entonces siento como el picor que las fábricas de Gijón y Avilés causan en mis ojos me hacen rascarlos, con tanta gana que al abrir los ojos veo mi estudio, cubierto de fotos de Asturias, su bandera bordada y la Santina vigilando en algún rincón. Pero tras la ventana, sólo me encuentro la niebla de Lérida, quizás más potente, pero menos cariñosa, y que sólo deja ver el rastro de un sueño que no alcancé: No echar de menos Asturias.