¿Quo vadis, Asturias?
Fecha Martes, 11 abril a las 10:00:00
Tema Opinión


Acabo de leer un muy buen editorial invitando a los asturianos a definir la Asturias del siglo XXI. Me separan 10.000 km de la Asturias bucólica y alegre, agreste y grandiosa, de costas lindas y bravías, de clima impredecible y de gente que tiene muchas virtudes y grandes defectos. A esta distancia se pueden cometer muchos errores de juicio, pero si uno no se arriesga no se cometen errores, aunque tampoco se contribuye.

La Asturias del siglo XXI será lo que definan los asturianos teniendo en cuenta sus fortalezas y debilidades y el entorno en que están situados en España y en el mundo. El pasado tiene que servir como enseñanza de lo bueno que se hizo y de los errores que se cometieron. Es muy bueno estar orgullosos de lo bueno, pero también es necesario tener la madurez para aprender de los fracasos. El éxito tiene muchos padres, pero las derrotas parecieran ser huérfanas.

Hasta ahora pareciera que Asturias ha estado perdiendo el tren de la historia, corriendo detrás del último vagón como hacían en las películas del oeste americano los vaqueros a caballo. Y hoy día los trenes de la historia van demasiado rápidos para los caballos.

La sociedad asturiana, ya no podemos hablar de asturianos porque mucha gente vino en los sesenta a Asturias, tendría que hacer unos ejercicios espirituales, hoy día les llaman jornadas de reflexión o de extramuros para ver cuáles son sus fortalezas y sus debilidades.

Todavía esta ahí presente el siglo XX e incluso el XIX. En este último empezó la revolución industrial basada en el carbón y el hierro que se afianzo durante el siglo XX. Asturias tenía hierro y carbón, siendo la primera productora de este último con una gran diferencia sobre el resto del país. ¿Qué hizo Asturias?, porque ya en el siglo XIX la cuenca minera tenía alto hornos. Lo que hizo fue producir materia prima, acero, pero no productos de valor agregado. Asturias producía hierro y acero y otros hacían escopetas, cocinas, bicicletas, motos, vehículos, etcétera. Sería bueno que Asturias mirase hacia sus vecinos del Norte con clima similar, paisaje parecido y sin tanto carbón. El País Vasco usaba la materia prima para tener muchas empresas pequeñas de productos con gran valor agregado y sigue siendo una de las regiones con nivel más alto de vida a pesar de sus problemas internos. Los gallegos no pescan en el Cantábrico solo, pescan donde haya pescado, aunque sea en la Antártida y tienen hasta casas de moda por todo el mundo.

Vivo en Venezuela, donde el petróleo ha sido el excremento del diablo para su desarrollo. El carbón en Asturias ha sido el regalo que traían los Reyes Magos en la noche del 5 de enero a los niños malos. Cuando voy a la cuenca minera, donde nací, estoy impresionado de la calidad de vida y de la cantidad de grúas de construcción que hay. Cuando pregunto de qué viven es de las prejubilaciones de la mina y de otras grandes factorías como Ensidesa, y de las subvenciones por el carbón. Un carbón que cuesta extraerlo unos 200 dólares la tonelada cuando se puede importar por 50. Quo vadis, Asturias, con este sistema?

Asturias tiene que mirarse en el espejo de Pego, ese espejo que le dice a uno que la cara que se ve en él es la cara de su enemigo porque el peor enemigo es uno mismo. Y el peor enemigo de Asturias son sus habitantes y no el Gobierno central. La impresión que tengo de los gobiernos asturianos es de una relación cainita. Un continuo Caín / Abel. En términos de telenovela una relación de amor y de odio con más de esto último. La reflexión asturiana pasa por analizar si la envidia no juega un papel muy grande en las relaciones de esa sociedad. Competir es sano si se logran resultados buenos para Asturias. Si no, es mentalidad de cangrejo. Los cangrejos puestos en una cesta no salen, porque cuando algunos lo están logrando los otros los tumban al fondo de la cesta.

Asturias tiene que reflexionar si sus universidades, escuelas técnicas, oficios, etcétera, están produciendo el material humano que se necesita para el siglo XXI y si no, tiene que tomar decisiones. La globalización puede mover capitales y materias primas muy fácilmente. El dinero en segundos y las mercancías en horas o semanas. Pero la globalización no puede mover naciones, pueblos, regiones. Ése es el punto débil / fuerte de la globalización. Débil para los capitales y fuerte para las sociedades que tengan el capital más importante de todos, el ser humano, preparado para que se inviertan los capitales en esa región. El capital viene rápido, la maquinaria también, pero hace falta gente capaz, entrenada profesionalmente, de grandes valores humanos, sobre todo ética y responsabilidad. Después de los grandes fraudes del siglo XX y XXI como el Banesto, Enron o Paramalat, lo más apreciado en un ejecutivo es la ética. Asturias siempre tuvo buena materia prima humana en el sentido de dar gente trabajadora y leal con sentido del honor. Hay una diáspora asturiana grande sobretodo en Madrid, pero regada por el mundo. Hasta premios Nobel. Pero tuvieron que ir a otros sitios para triunfar. ¿Será que un sitio tan lindo y tan agradable para vivir y con una gastronomía sabrosa ahoga a su propia gente? Me llama la atención que hasta en esa «Alonsomanía» que hay últimamente con el campeón de Fórmula 1, él se queje de que en Asturias no lo ayudaron. ¿Será la envidia cainita o la mentalidad de cangrejo lo que impide que Asturias salga con fuerza en el pelotón de cabeza de España?

Las veces que he estado en Suiza, y tuve que trabajar allá dos semanas en una refinería, me llamó siempre la atención que se parece mucho a Asturias en el paisaje pero sin la mar. Está más cerrada geográficamente que Asturias, pero tiene unas comunicaciones excelentes. No produce cacao. Uno de los mejores cacaos del mundo es el venezolano, que se lo vende a Suiza a un dólar el kilo y los suizos hacen chocolates que los venden a 30 dólares el kilo. Venezuela le vende a Suiza el acero inoxidable a un dólar el kilo y los suizos hacen relojes Rolex de acero inoxidable que los venden a 2.000 dólares y no llevan ni 100 gramos de acero inoxidable. No tienen carbón ni petróleo pero tienen una industria farmacéutica basada en esas materias primas y tienen una ética calvinista tal que inspira tanta confianza que todo el mundo pone su plata en sus bancos. Todo eso es valor agregado y cuando los japoneses los quisieron tumbar con sus relojes, los suizos vinieron con su creatividad y sacaron otros relojes.

Me fascina ver que la Duro Felguera construye túneles por el mundo. Pero, ¿por qué los gobiernos asturianos no construyen los túneles que necesita Asturias para estar bien comunicada con la Meseta de la que puede ser su puerto natural? ¿Por qué tiene Asturias que estar esperando que el Gobierno central haga todo?

El día que la sociedad asturiana se mire en el espejo y reconozca que el gran enemigo es ella misma, que Oviedo no tiene que competir con Gijón ni con Avilés, ni éstas con aquella, sino que hay que competir en el mundo y eso requiere humildad para reconocer los errores, buena formación de su gente en lo humano y lo profesional, confianza y determinación en sí misma para saber qué se puede hacer, ese día Asturias será un lugar hacia donde la comunidad mundial mire como referencia de excelencia.

Ya decía Séneca en Roma que si un capitán de barco no sabe adónde quiere ir no llegara nunca aunque tenga el mejor viento a su favor. A 10.000 km de distancia tengo la impresión de que a Asturias le falta un liderazgo, un capitán que sepa aprovechar los buenos vientos que siempre soplan en el mundo para quien los sabe aprovechar. Ojalá que Asturias, en las respuestas al reto que lanza LA NUEVA ESPAÑA, encuentre un liderazgo que la lleve a triunfar, aunque sea necesaria una lámpara de Diógenes para buscarlo.

Escrito por Javier Hernández, químico, fue director de la refinería de PDVSA en Curaçao (Venezuela).

Fuente de información: LaNuevaEspaña







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