Las gestas de Fernando Alonso
le han convertido en un hombre mediático. Ayer, después de volar desde Bahrein a
Londres, llegó a Basilea para presentar el último reloj que lleva su nombre. Un
ritmo de vida frenético que el ovetense, poco dado a ello, asume como el precio
de la fama. Mañana estará de nuevo al volante del R25, esta vez en Barcelona,
donde pondrá a punto el coche para la cita de Montmeló. Ya no hay entradas y
contará con el apoyo de la Familia Real, al frente de los miles de aficionados
-se calcula que 10.000 asturianos- que le llevarán en volandas a por el que
puede ser su quinto triunfo.
El de Renault se quejó ayer de
que, cuando no tenía el mejor coche, no se valoraba su esfuerzo para acabar
cuarto o quinto, y lamentó las críticas que recibía cuando sufría algún abandono
por rotura mecánica. «El año pasado era muy malo y ahora soy muy bueno»,
ironizó, al tiempo que aseguró que «es la hora de tener un coche competitivo» y
de demostrar a todo el mundo lo que es capaz de hacer.
«La pasada campaña hubo
momentos en los que no iba al 100% y, cuando tenía tres abandonos, por tres
roturas, parecía que era culpa mía», se lamentó el piloto. «Ahora voy al 80% y
gano, sé controlar la carrera y el motor, y soy muy bueno. Entonces, en cambio,
era muy malo», añadió Alonso, quien, seguro de sí mismo, afirmó: «Es la hora de
demostrar que siempre he hecho lo máximo y que, cuando se tiene el coche justo,
es más fácil ganar».
No obstante, Alonso evitó
profundizar en la 'herida' y también habló sobre el próximo Gran Premio de
España. El asturiano afirmó que llegar a Montmeló como líder del Mundial será
«una motivación extra para mí y para mi equipo», dijo Alonso durante la rueda de
prensa organizada por la marca de relojes Sandoz. El próximo reto que tiene el
piloto de Renault es el Gran Premio de San Marino, que se disputará el próximo
24 de abril.
Fuente de información:
ElComercioDigital