El Gobierno da derechos a los
homosexuales y se los quita a los fumadores. En un mismo golpe de BOE, ZP se ha
marcado un paso adelante hacia el ecumenismo sexual de los derechos civiles,
pero ha dejado fuera de la ley a los que fumen lo que sea fuera de las zonas
autorizadas. Un fumador homosexual debe tener estos días la cabeza hecha un lío
sin saber si tiene que dar gracias a Pedro Zerolo por su mediación, o maldecir a
la ministra de Sanidad por tan poca tolerancia.
Porque lo mismo hay partes de
la personalidad de este ciudadano que se asientan por igual en ser homosexual y
fumador. El cerebro es tan misterioso y la psicología tan compleja que
cualquiera sabe dónde está el gen que hace a uno homosexual o fumador. A lo
mejor un día descubren que son el mismo y que hay fumadores que son realmente
gais reprimidos. No sé si habrá fumadores puros y homosexuales puros. Hay quien
dice que todos somos bisexuales y, además, casi todos hemos fumado.
Si el homosexual es católico
además de todo lo anterior, la cosa se le complica. A saber: el Gobierno le pide
que deje de fumar, pero protege su opción sexual (menudo palabro), mientras el
Vaticano le permite fumar (no dentro de la iglesia), pero quiere que se haga
heterosexual o disimule lo otro. Y claro, una cosa es dejar el tabaco y otra
dejar el sexo que uno tiene. Se puede ser ex fumador, pero no ex gay.
Los que no somos homosexuales
(por ahora), ni fumadores, estamos de enhorabuena. O igual no.
Escrito por Jaime Poncela
Fuente de información:
ElComercioDigital