Las galernas se detienen en la
Costa da Morte como si se deleitaran. Se suceden los estallidos de oleaje,
viento, roca y lluvia, y cuando la furia se prolonga parece una condena eterna,
como sobre si aquellos acantilados jamás volviera a salir la luz. Hace tiempo
que la política española exhibe con impudicia la panza negra de esos temporales,
y ayer no fue una excepción. Pero hubo, además, otra razón para que el debate no
dejara de mirar hacia el Oeste, que es por donde entran las tormentas: en un mes
largo habrá elecciones en Galicia, y allí se dirime algo más que la longevidad
electoral de Fraga. Así que Rodríguez Zapatero y Rajoy se prodigaron con
Galicia. Tanto como se descuidaron con Asturias. Sólo la citaron a propósito de
la evolución de las comunicaciones. Algunas cuestiones relacionadas con el
Principado:
El ritmo de las obras.
El Presidente nombró a Asturias en su intervención inicial. Lo hizo al elogiar
la labor de la ministra de Fomento -«excelentísima», puntualizó siempre Rajoy-,
Magdalena Álvarez. «Hemos dado asimismo un impulso a grandes corredores viarios
estructurantes (autovía del Cantábrico en Asturias y Galicia; Ruta de la Plata;
cierre del Eje Mediterráneo en Andalucía). Rajoy hizo el balance contrario:
subrayó la caída en un 38 por ciento de las licitaciones y puso entre los
ejemplos la situación de Asturias, sin entrar al detalle.
Licitar y ejecutar. Con
las elecciones gallegas a la vuelta de la esquina, este plan -que incluye entre
sus obras la autovía del cantábrico y el AVE del Norte- era un cantado punto de
choque. Zapatero aseguró que el Gobierno lo cumple, y Rajoy lo negó. Hasta ahí,
lo previsible. Lo curioso fue cómo cada uno eligió una vara de medir distinta:
el Presidente se amarró al grado de ejecución de las obras; el popular, a la
licitación. Con ejemplos. Zapatero: «La capacidad operativa de un gobierno no se
mide en parte alguna por la capacidad de licitar, sino por la ejecución de las
inversiones. Licitar es prometer; ejecutar, realizar». Rajoy: «A ver si se lo
explico. Yo soy ministro y licito por valor de diez. Luego me echan, o me voy, y
viene otro y ejecuta, pero licita cero. ¿Usted cree que el que licita cero lo
está haciendo bien?».
Absurdo. Rajoy
argumentaba su ataque en la caída libre la licitación. En un año, el Ejecutivo
del PP había licitado por valor de 2055 millones; durante lo que lleva de
mandato Zapatero, se ha jibarizado a 39 millones. «Han paralizado obras ya
licitadas y han insultado a los gallegos», apostilló. El jefe del Gobierno
afirmó que el PSOE se había encontrado con un plan vago y difuso, «que no
cuantificaba inversión, plazos ni tenía definido el trazado del tren de alta
velocidad» y, en concreto, del AVE del Cantábrico. Según sus cálculos, en lo que
va de mandato socialista, la ejecución aumentó en un 53 por ciento. El rifirrafe
tuvo algo de diálogo absurdo: sólo se puede construir una obra si antes se
licita (se saca a concurso), pero poco valor tiene la licitación si la
realización de las obras, luego, se demora hasta la eternidad.
Financiación autonómica.
Trascendente para el Principado, y otro asunto seguro campo de batalla, con lo
que está lloviendo a cuenta de la propuesta del Gobierno tripartito de Cataluña.
Rajoy insistió, contumaz en el interrogatorio, para que Zapatero definiera cuál
será el modelo del Gobierno. «Yo voy a defender la igualdad, que no haya
privilegios y que acuerdo se adopte por unanimidad entre todas las comunidades».
Empeñado en presentar a ZP como un «prisionero voluntario» de Maragall y Carod
Rovira, la carga sobre el debate financiero le ayudaba a reforzar la estampa.
Prioridad para la sanidad.
Zapatero precisó que a lo largo de este año se acordará la financiación
sanitaria, que tendrá reflejo presupuestario en 2006. En 200 también se
intentará un pacto en el Consejo de Política Fiscal y Financiera sobre la
financiación autonómica, para que luego la reforma legal sea aprobada en 2006.
Adelantó que la propuesta se basará en la dotación de mayor capacidad fiscal a
las comunidades autónomas, garantizará los recursos del Gobierno central para
atender sus obligaciones y preservará «por supuesto» la igualdad y la
solidaridad. Pero de «prisionero», nada: defendió el derecho de Cataluña a
mejorar su financiación e incluso sacó pecho: «Tengo plena confianza en la
Cataluña del siglo XXI y en todos los catalanes».
Fuente de información: lne