El esplendor del Cabo de Torres
Enviado el Domingo, 25 julio a las 14:36:00 por asturcon |
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Era la noche del 19 de julio de 1924. El Faro de Torres empezaba a iluminar, con sus destellos, la costa gijonesa y a ser guía de los hombres de la mar. Con avanzada tecnología alemana, desde el promontorio de La Campa ha sobrevivido al paso del tiempo como testigo mudo de un profundo cambio urbano y, sobre todo, portuario. El Musel ya no es lo que era, como tampoco lo son las excavaciones arqueológicas y el cercano edificio que muestra la historia de los primitivos gijoneses.
La Autoridad Portuaria recupera como zona museística y de observación de aves el viejo faro, que se integrará en octubre en el parque arqueológico
El faro, su robusta estructura, aguantó el azote del viento en su privilegiada ubicación, a pie de acantilado, pero no pudo con los avances tecnológicos. Cumplidos sus setenta años, en 1994, se cerró la vivienda del farero y la lámpara empezó a funcionar de manera automática. Ahora, diez años después, lo que era su caleya de acceso es una calle bien asfaltada y el interior del faro, la antigua vivienda, ha sido reconvertida como zona expositiva. La Campa recupera su viejo esplendor.
El proyecto, que será una realidad el próximo mes de octubre, empezó a fraguarse hace dos años en tiempos de Miguel Ángel Pesquera como presidente de la Autoridad Portuaria. El puerto es el responsable del faro y fue entonces cuando surgió la idea de recuperar aquel espacio para el uso público y convertirlo en un foco de atracción turística ligado al parque arqueológico de la Campa de Torres. Fernando Palao apoyó, posteriormente, esta iniciativa. Esta instalación cultural vinculada a la historia de Gijón, por sí misma, recibe al año un promedio de 40.000 visitantes y su atractivo será bastante mayor cuando, ya en el otoño, cuente con el complemento del faro como espacio expositivo y, sobre todo, como centro de observación de las aves.
La Grande y La Forcada
La Grande, como se conoce a la gran roca peninsular que se encuentra a uno de los costados del faro de Torres, junto a la cala de La Ciruela, dejará de ser una gran desconocida. Allí, centenares de aves podrán ser observadas en su hábitat natural y con una cercanía envidiable. Especies que han sido muy estudiadas hasta conocer al mínimo detalle sus movimientos, sus formas de alimentación, sus nidos, se presentan delante mismo de la vista del visitante que, en su momento, dispondrá de unos paneles informativos para identificarlas e interpretar mejor sus movimientos. Será en la parte exterior del faro, en una terraza de unos doscientos metros cuadrados, a pie de acantilado y con unas perfectas condiciones de seguridad.
La Autoridad Portuaria, siempre en estrecha colaboración con la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Gijón, desarrolló un proyecto con clara vocación divulgativa. Así, según señalaron a EL COMERCIO fuentes de la entidad portuaria, el objetivo es, en un futuro próximo y con la instalación ya inaugurada, abrirla a visitas escolares, que los niños puedan disfrutar y aprender en directo sobre estas aves cuya vida se desarrolla de forma tan cercana a la costa, a los núcleos urbanos. Los paneles fijos, denominados 'pyrolaves' les aportarán toda la información teórica. La práctica la tendrán delante.
Al otro lado de La Grande y de la Forcada, la perspectiva desde la terraza del faro cambia totalmente. La vista sobre El Musel, con la terminal de graneles en primer plano, es inmejorable, aunque se llegan a ver en días muy claros, los Picos de Europa. Mucho más cerca se observa el cerro de Santa Catalina y todo el casco urbano de Gijón. Incluso la parte más alta de las gradas de El Molinón. Otro enorme panel informativo permitirá al visitante, con sólo colocarse al lado del mismo, identificar cada elemento que verá en la distancia. La zona de mar, justo debajo, tiene sus días contados. La ampliación portuaria la convertirá, en unos años, en una explanada de servicio del futuro macropuerto.
Historia del faro
La zona exterior del faro es, visualmente, la más atractiva, pero el proyecto de recuperación incluyó, como es lógico, lo que era la vieja vivienda del farero, debajo mismo de la lámpara. Se trata de una planta baja y un piso acondicionados como zona expositiva y de servicios. Así, según se entra en el faro se presenta una exposición sobre la historia del faro gijonés, con reproducciones de los planos originales, en alemán, de la máquina de rotación, de la lámpara, de la óptica y de la linterna, además de la planta del edificio, que está ubicado a setenta metros de altura sobre el nivel del mar. Luego, en la primera planta, perfectamente habilitada para el acceso de minusválidos, habrá una exposición, aún sin montar, sobre la historia de El Musel y sobre el parque arqueológico de la Campa de Torres y su evolución en los últimos años, además de un despacho y la biblioteca donada por Fernández Miranda, que tiene unos 4.000 volúmenes.
La obra civil, ya casi terminada, ha supuesto una inversión para la Autoridad Portuaria de 600.000 euros (100 millones de pesetas). Una vez que se inaugure, los usos serán compartidos con el Ayuntamiento, que ha tenido una colaboración definitiva en cuanto a los contenidos, como señaló a este periódico la concejala de Cultura, Mercedes Álvarez, firme defensora de la recuperación del faro para uso público, como se viene haciendo en otros países europeos como Francia, Reino Unido, Irlanda y Portugal, dentro del proyecto 'Al-Light'. Los detalles retrasarán un poco la apertura definitiva, pero en octubre la Campa de Torres recuperará su abanderado, su faro.
Fuente: A. PRESEDO - El Comercio Digital
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