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Foces del Rio Pino (Infiesto)
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El Desfiladero del Infierno, cuyo sólo nombre asusta, es más bien todo lo contrario. Paraíso vegetal y paisaje sugerente y embaucador como pocos. Probablemente hay que atribuir su nombre a la oscuridad que invade la parte más estrecha de la garganta, un profundo tajo sobre las paredes blancas de la Sierra de Pandemules, en el que la estrechez del lugar y la frondosidad del hayedo que lo invade, hacen que apenas penetre la luz solar. Pero no sólo es bonita la garganta, sino la totalidad de este valle del concejo de Piloña, que se cuenta entre uno de los más bellos de la Cordillera Cantábrica.
Detrás del pueblo de Riofabar, a pocos kilómetros de Infiesto, una estrecha carretera de montaña en la que dificilmente pasan dos coches simultáneamente, se dirige a un área recreativa donde crecen multitud de especies diferentes de árboles (Arboretum de Miera). El área recreativa es el lugar perfecto para dejar el vehículo y aprovisionarse de agua para iniciar el recorrido. Estamos en La Pesanca, un área de disfrute perfectamente acondicionada, que sirve de inicio a la ruta. Cruzando el puente sobre un par de pozas espectaculares, el asfalto toca a su fin y se continua por una pista ancha de tierra.
Durante esta primera parte del recorrido la ruta no ofrece pérdida posible a pesar de los senderos que salen hacia la izquierda para bajar a la vega de la orilla del arroyo del Infierno, donde existen algunas cabañas. No faltan las invitaciones para hacerlo, en especial en la pista hormigonada que lleva hasta la Majada de Degoes, en la orilla del arroyo de Degoes. Justo en este punto la pista describe una curva cerrada hacia la derecha para continuar junto al arroyo de Corberas y abrirse paso a través del cerrado paraje formado por la confluencia de los Montes del Infierno (El Pontau 1.007 m.) y el Pico de Visgo (919 m.). Se trata del Estrecho de la Lanchosa (45') y en él encontraremos un par de puentes. En el segundo de estas construcciones de madera existe además una fuente en la que reponer la cantimplora.
El Estrecho va tocando a su fin y llegamos al primer desvío serio del recorrido en el Puente de Corberas. En este lugar una pista sube de frente entre el bosque y la otra opción gira a la izquierda y cruza el puente. Tomando esta segunda alternativa, la pista comienza a subir durante un kilómetro por la ladera hasta morir junto a las casas de Argañal (1h. 45'). La Pista termina pero el camino sigue por la senda (senda de Argañal) que sale hacia la derecha y que comienza una empinada ascensión entre el hayedo (bosque de Pandurriello) hasta llegar a la entrada de la famosa garganta. Desde aquí el sendero atraviesa esta corta pero espectacular garganta de blancas paredes invadidas por las hayas y abismales caídas. Inmersos en una oscuridad sorprendente el sendero cruza el desfiladero, y sale a la claridad de la Campera de Lleuses, que cruzaremos hacia la derecha para emprender una nueva subida de unos quinientos metros hasta llegar a un collado con unas casas. Encima de las casas encontraremos una pista de tierra que viene del valle del Nalón y tomándola hacia la derecha, caminaremos un par de kilómetros entre el hayedo para llegar (tras cruzar una cancela que hemos de dejar cerrada a nuestro paso) hasta la fantástica pradera de La Llomba (3 h. 35'). Es un lugar rodeado de montañas y con unas panorámicas que reconfortan con creces la subida. Regreso por el mismo camino.
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