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                   POEMA 
                    DE DOLORES 
                  El consejo de 
                    mi madre 
                    (Olegario Víctor Andrade)  
                  Ven para 
                    acá, me dijo dulcemente  
                    mi madre cierto día.  
                    (Aún parece que escucho en el ambiente  
                    de su voz la dulce melodía)  
                  Ven y dime 
                    qué causas tan extrañas  
                    te arrancan esa lágrima, hijo mío,  
                    que cuelga de tus trémulas pestañas  
                    como gota cuajada de rocío.  
                  Tú 
                    tienes una pena y me la ocultas;  
                    ¿no sabes que la madre más sencilla  
                    sabe leer en el alma de sus hijos  
                    como tú en la cartilla?  
                  ¿Quieres 
                    que te adivine lo que sientes?  
                    ven acá pilluelo,  
                    que con un par de besos en la frente  
                    disiparé las nubes de tu cielo.  
                  Yo prorrumpí 
                    a llorar. Nada le dije.  
                  - La causa 
                    de mis lagrimas ignoro,  
                    ¡pero de vez en cuando se me oprime  
                    el corazón y lloro!..........  
                  Ella inclinó 
                    la frente pensativa,  
                    se turbó su pupila,  
                    y enjugando sus ojos y los míos,  
                    me dijo más tranquila:  
                  - Llama siempre 
                    a tu madre cuando sufras,  
                    que vendrá muerta o viva;  
                    si está en el mundo, a compartir tus penas;  
                    y si no, a consolarte desde arriba.  
                  Y así 
                    lo hago cuando la suerte ruda,  
                    como hoy, perturba de mi hogar la calma,  
                    invoco el nombre de mi madre amada,  
                    ¡ y entonces siento que se me ensancha el alma!  
                   
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                   POEMA 
                    DE ELEMAES 
                  PIU AVANTI 
                  No 
                    te sientas esclavo, ni aun esclavo;  
                    no te sientas vencido, ni aun vencido;  
                    trémulo de valor siéntete bravo  
                    y arremete feroz, ya malherido.  
                    Ten el tesón del clavo enmohecido;  
                    que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;  
                    no la cobarde intrepidez del pavo  
                    que amaina su plumaje al primer ruido.  
                    Procede como Dios que nunca llora;  
                    o como Lucifer que nunca reza;  
                    o como robledal cuya grandeza,  
                    necesita del agua y no la implora.  
                    Que grite y vocifere vengadora  
                    ya rodando en el polvo tu cabeza.  
                  
                  DE 
                    Pedro Palacios 
                   | 
                 
                   POEMA DE XIXIO 
                     
                    "Que grite y vocifere vengadora  
                    ya rodando en el polvo tu cabeza"....  
                  sincera... 
                     
                    luchadora....  
                  sensible... 
                     
                    y con pies de utopia en tu cabeza....  
                     
                     
                   | 
                 
                   POEMA 
                    DE DOLORES 
                  AVANTI 
                  Si 
                    te postran diez veces, te levantas  
                    otras diez, otras cien, otras quinientas:  
                    no han de ser tus caídas tan violentas  
                    ni tampoco, por ley, han de ser tantas.  
                    Con el hambre genial con que las plantas  
                    asimilan el humus avarientas,  
                    deglutiendo el rencor de las afrentas  
                    se formaron los santos y las santas.  
                    Obsesión casi asnal, para ser fuerte,  
                    nada más necesita la criatura,  
                    y en cualquier infeliz se me figura  
                    que se mellan los garfios de la suerte...  
                    ¡Todos los incurables tienen cura  
                    cinco segundos antes de su muerte!. 
                  DE 
                    Pedro Palacios 
                   |